Mar de Fondo: “Fracaso electoral”

Por Omar González Moreno-

La decisión de posponer las elecciones legislativas y de gobernadores ha suscitado un debate encendido sobre las verdaderas razones que obligaron a la tiranía de Maduro a dar ese paso. Todo parece indicar que este aplazamiento se debió a la falta de candidatos, lo que es, en esencia, una manifestación de un profundo problema: la desconfianza generalizada en el sistema electoral de la dictadura. La figura de Nicolás Maduro, quien ha estado en el poder durante más de una década bajo la manipulación de los procesos electorales, se cierne como una guillotina sobre cualquiera que intente participar en esas farsas electorales que se consideran cualquier cosa, menos justas y transparentes.

Las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio, que se robó Maduro, no solo fueron la lápida para salir de la dictadura por la vía electoral, sino que también sembraron la semilla de una indignación y repulsión contra todo aquel que participe en cualquier proceso electoral entrante, bajo este CNE y subordinados a los caprichos del dictador. La falta de candidatos no es meramente una cuestión logística; es emblemática del rechazo ciudadano a la trampa y a la represión contra cualquier intento de salirse del libreto previamente elaborado por la tiranía para este circo electoral. Están conscientes que muchas voces disidentes han sido silenciadas, obligadas a exiliarse o incluso encarceladas, torturadas o asesinadas, si no respetan mansamente las decisiones del opresor. En un entorno donde la represión política es la norma, ¿quién se atrevería a postularse para un cargo dirigido por aquellos que han mostrado un desprecio total hacia el sufragio y la voluntad popular?.

Asimismo, la oposición verdadera no solo enfrenta este escenario de intimidación, sino que también lidia con los falsos opositores y traidores internos que se prestan a la estrategia legitimadora de la tiranía. La mayoría de los partidos políticos han sido golpeados duramente, y muchos de sus líderes han sido perseguidos, castigados, marginados, o cooptados. Este contexto ha contribuido a la percepción de que cualquier proceso electoral bajo el mando de Maduro está destinado al fracaso, priorizando más la manipulación que la representación genuina del pueblo. Existen alternativas y propuestas que merecen consideración. La presión internacional y la movilización social interna que exija respeto a los resultados nitidamente expresados y comprobados de las elecciones del pasado 28 de julio son fundamentales. Además, la sociedad civil debe seguir desempeñando un papel protagónico, elevando su voz contra la injusticia y reforzando la necesidad de un cambio verdadero.

Mientras tanto, la posposición de las elecciones refleja un vacío que podría transformarse en una oportunidad para reflexionar sobre lo que realmente significa la democracia en Venezuela. La población, cansada de un régimen que ha traicionado la confianza, exige un cambio. La presencia de un liderazgo fuerte y creíble, como el de María Corina Machado, hace ver un camino claro hacia adelante. En conclusión, la situación actual en Venezuela es un llamado a la acción. No se trata solo de posponer elecciones; se trata de construir un futuro donde la voz del pueblo sea escuchada y respetada. Rescatar la confianza en el sistema electoral y en los líderes políticos es la única vía para restaurar la credibilidad y cimentar una democracia verdadera en el país. La lucha continúa, y la esperanza, a pesar de las adversidades, debe persistir.

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