Este es el problema de esta oposición: solo sirve para la politiquería. Imagínense lo que significaría salir del régimen y su destrucción para entrar en un gobierno que no sabe dónde está parado. ¡Santo Dios!
Sr. Edmundo González Urrutia, no estamos para tonterías.
Que una persona ajena a la comprensión de lo que significa lo común para la construcción del Estado diga “las Fuerzas Armadas deben ser apolíticas” es comprensible. Pero que lo haga quien pretende ser su Comandante en Jefe, que además tiene que levantar una República, es un rebuzne imperdonable.
Es aterrador escuchar a los elegidos como alternativa de régimen decir “las Fuerzas Armadas deben ser apolíticas”, como si se tratase de una vulgar ingenuidad que se da cuando se procura un discurso neutral.
No, Sr. Edmundo: la defensa de la República es, por definición, UN ACTO POLÍTICO. ¿Sabía usted eso? ¿Alguno de los mequetrefes que lo asesoran sabía eso? ¿O solo creen que la política es el pragmatismo de las putas?
Proteger el orden constitucional, garantizar la continuidad del cuerpo político y resguardar la soberanía no son tareas técnicas ni administrativas: son funciones esencialmente POLÍTICAS.
Lo que las Fuerzas Armadas no deben tener es MILITANCIA PARTIDISTA, pues ello las somete a los intereses particulares de un grupo y destruye su legitimidad ante el cuerpo ciudadano.
Pero exigirles ser “apolíticas” equivale a pedirles que ignoren la sustancia misma de su razón de ser: la preservación del ORDEN POLÍTICO que da forma a la comunidad.
Maquiavelo, en Los discursos sobre la primera década de Tito Livio, lo dice con la crudeza del que comprende lo real: toda república necesita de ciudadanos dispuestos a defenderla, y ninguna libertad se sostiene sin virtud militar.
El soldado republicano no es un mercenario ni un servidor del príncipe; es un CUSTODIO del espacio POLÍTICO, consciente de que la fuerza tiene sentido solo cuando protege la ley.
Del mismo modo, Cicerón recordaba que la res publica es “la cosa del pueblo” (res populi), y que quienes portan las armas deben hacerlo en nombre del bien común, no de la ambición de facciones. En parte de su obra también advierte que la justicia y la fidelidad a la ley son el alma del deber militar.
Cito estos dos autores porque sería bueno que alguno de sus asesores los leyera, para que al menos evite que diga tamaña estupidez.
Incluso pensadores liberales posteriores, como Montesquieu, entendieron también que la fuerza armada debía estar subordinada al poder civil, pero no despojada de CONCIENCIA POLÍTICA.
De hecho, su disciplina y su lealtad solo tienen sentido si comprenden la legitimidad del orden que defienden. Un ejército sin conciencia política es fácilmente manipulable; uno con conciencia partidista, peligrosamente corruptor.
Un soldado que no piensa políticamente —que no se pregunta por el sentido de la ley que obedece o el poder que ejecuta— es un instrumento ciego.
La neutralidad política absoluta no existe. Y en el caso de la Fuerza Armada, no debe existir. Su compromiso no es con un partido, sino con la República; no con un líder, sino con el orden constitucional que encarna la libertad de todos.
Ser “apolítico” en un régimen totalitario es aceptar el sometimiento; ser político, en sentido republicano, es comprender que la defensa de la ley y la libertad exige virtud, juicio y coraje.
Dicho esto, Sr. González, trate la próxima vez de no evidenciar tanto la mediocridad que tiene para los asuntos políticos trascendentales.
Edmundo González Urrutia: “Me gustaría una Fuerza Armada apolítica y dedicada a resguardar la soberanía de Venezuela.”
En entrevista exclusiva con Infobae, el presidente electo dijo que, una vez asuma el poder, su gobierno fortalecerá a las tropas para que cumplan con las funciones establecidas en la Constitución.
La primera impresión es la de un abuelo de rostro sereno y ojos de imperturbable candor, que se encontró en la posición política que otros hombres buscan toda la vida: es Edmundo González Urrutia, quien lleva sobre sus hombros los votos de casi siete millones y medio de venezolanos, lo que considera “un orgullo y un honor”, destacando la confianza de mucha gente “que en esta oportunidad sí podemos salir de este atolladero, que vamos por el camino correcto y vamos a enderezar el país”.
No lo dice con fingido entusiasmo, como nada de lo expresado en esta entrevista que concedió en exclusiva para Infobae, donde incluso hubo risas ante la sorpresa que le causa el afiche de recompensa, por 100 mil dólares, colocado en todos los cuarteles venezolanos.
González Urrutia transmite serenidad. Es consciente de por qué su triunfo, no reconocido por el organismo electoral, hace temblar al poder en Venezuela y explica el doloroso episodio de sufrir, desde el 7 de enero de 2025, el secuestro de su yerno Rafael Tudares.
Apuesta a que, en su gobierno, fortalecerá a la Fuerza Armada para que cumpla con la función establecida en la Constitución, bajo el principio de ser “respetuosa y subordinada al poder civil”, como caracteriza a la democracia.
Ante la pregunta de si alguna vez, durante su carrera, causó algún incidente diplomático, sonríe mientras dice tajante: “Ninguno”.
Cataloga de “realmente impresionante” lo que contienen los programas de gobierno del equipo de María Corina Machado. “Ahí está detallado todo lo que se va a hacer desde el día D: cómo manejar temas tan complejos y difíciles como la deuda, por ejemplo, cómo llevar adelante y conciliar posiciones para reinstitucionalizar el país.”
Sin pensarlo, responde a la pregunta:
—¿Cómo describe a María Corina Machado?
“Una mujer enérgica. Creo tener capacidad de trabajo, pero realmente yo admiro en María Corina esa capacidad que tiene de pasar 24 horas trabajando. Yo creo que, durmiendo, está pensando en lo que hará el día siguiente.” (risas)
Mientras narraba momentos en que acompañaba “a María Corina en estos avatares”, enfatiza: “Porque nunca pensé en tener en mis hombros la representación del voto de siete millones y medio de venezolanos, lo cual es un orgullo y un honor, por supuesto.”
—¿No le da cierto miedito eso?
“Creo que ya perdí el miedo a todas esas cosas.” (risas)
—Es una enorme responsabilidad. No es una historia que se va a quedar en su casa; es un hito que quedará en las páginas de la historia.
“Por supuesto que sí. Pero hay mucha gente que está confiada en que, en esta oportunidad, sí podemos salir de este atolladero, que vamos por el camino correcto y que vamos a enderezar el país.”
—¿De qué Fuerza Armada le gustaría a usted ser el Comandante en Jefe en Venezuela?
“Una Fuerza Armada institucional, que se guíe en su actuación por los principios que están establecidos en la Constitución Nacional; una Fuerza Armada apolítica y que esté dedicada a resguardar la soberanía nacional. Eso sería, fundamentalmente, lo que yo aspiraría de una Fuerza Armada: respetuosa, por supuesto, disciplinada, bien entrenada y que esté para garantizar la soberanía de Venezuela.”
—¿Es decir, usted contribuiría a fortalecer a la Fuerza Armada como institución necesaria en un país democrático?
“Claro que sí. Claro que sí, para garantizar los principios fundamentales que están establecidos en la Constitución Nacional.”
—Hay quienes aseguran que uno de los grandes problemas que habrá en Venezuela, después de la transición, es el de los grupos irregulares, la politización de la Fuerza Armada, incluso con sectores extremistas, por lo que es muy difícil lograr la paz en esas condiciones. ¿Usted piensa lo mismo?
“Eso va a ser un proceso. Todo eso es un proceso de decantación, de reinstitucionalización. Tenemos que empezar por reconstruir ese tejido que ha sido deshilachado en los últimos 26 años y, entre esos, está el papel de la Fuerza Armada, establecido en la Constitución, nada más. No se está inventando nada distinto y, por supuesto, respetuosa y subordinada al poder civil, que es la norma de oro en las Fuerzas Armadas.”
—¿Por qué cree que el régimen venezolano coloca en todos los cuarteles un afiche con su fotografía ofreciendo una recompensa de 100 mil dólares si dan información sobre usted?
(risas) “Es una barbaridad. Primero, desconocía que hubiese un afiche mío con una recompensa de ese monto; creo que es el monto más alto. Ah, ¿100 mil dólares nada más? Bueno, estoy devaluado entonces (risas). Pero debe ser alguno que quiso ganarse indulgencia con sus superiores, creyendo que de esa manera puede. Yo no le hago caso a eso, eso no tiene sentido.”
—¿Será que el régimen venezolano trata internamente de desprestigiarlo en la Fuerza Armada porque lo ven como un riesgo al ser un hombre de consensos?
“Se pueden dar muchas interpretaciones; no entro a especular sobre eso, porque, honestamente, no me quita el sueño. Obviamente me parece una tontería poner una foto mía y una recompensa de 100 mil. Yo creí que valía más (risas).”
—Además, pretenden señalarlo de cosas como el caso de los sacerdotes asesinados en El Salvador en noviembre de 1989.
“Eso se cae por su propio peso. El episodio del asesinato de los sacerdotes de la universidad ocurrió mucho después de que yo llegara.” (Edmundo González estuvo en El Salvador entre 1981 y 1983. Cuando ocurre el caso de los sacerdotes, el diplomático tenía ya dos años en el Reino Unido.) “Yo llegué a El Salvador mucho antes de ese episodio, que ocurrió años después. La mentira tiene patas cortas.”
—La gran mayoría de los venezolanos tiene fe y espera con ansiedad que en Venezuela haya un cambio, y asume que todas estas operaciones de Estados Unidos en el Caribe, la presión internacional y el apoyo que usted ha recibido de muchos países contribuyan a que se vaya la camarilla que está en el poder en Venezuela. ¿Qué le dice a los venezolanos, especialmente a esos que están en Venezuela?
“Hemos dicho que el conflicto venezolano lo vamos a resolver entre los venezolanos, y de eso no nos apartamos. Somos los que vamos a poner el país en orden, los que vamos a trabajar para recuperar la institucionalidad en Venezuela. Hemos recibido muchas manifestaciones a favor de Venezuela; tenemos un registro de las personas y de los gobiernos que han enviado mensajes de felicitación, de éxito por la gestión, buenos deseos. Ahora, sobre eso otro, no me voy a meter a calificar.”
